martes, 6 de mayo de 2014

Bel canto

Anteayer, en el Colón, vi un Barbero de Sevilla bastante aceptable. Al verlo, recordé que mi primer contacto con la ópera había sido a los 11 años, cuando no perdía una sola emisión de Operación Ja Ja y Jorge Porcel abría el sketch de la Peluquería de don Mateo con mi abuelastro-padrino Ernesto Pena como apuntador y haciendo playback con el primer aria de Fígaro. Sin duda no fue un primer contacto realmente serio. A mi madre aún no se le había despertado el bichito de la ópera. Hablo de 1981 y mi madre recién se apasionó por la ópera tres años después, al contratar su primer abono operístico del Colón e intentar, sin mucho éxito, hacerme ver una versión cinematográfica de La Traviata dirigida por Franco Zeffirelli. A los 18 años mi madre logró, con mayor fortuna, hacerme ver La flauta mágica a cargo de un aceptable grupo operístico amateur en el Teatro Margarita Xirgu. A los 20, mi madre logró zambullirme definitivamente en el hermoso mundo operístico, gracias a un aceptable Cosí fan tutte montado en el Colón.
Mi primer contacto con la ópera no fue realmente serio. Pero, anteayer, en el Colón, al escuchar el primer aria de Fígaro, no pude sino recordar a Porcel haciendo playback con la música de Rossini. Mi madre dejó este mundo el 14 de enero del año en curso, tras haber logrado que yo lleve casi un cuarto de siglo deleitándome regularmente, en el Colón y otros teatros líricos, con los infinitos placeres del bel canto.



El jefe de Gobierno porteño, ingeniero Mauricio Macri, posa junto a una réplica del don Mateo de Porcel

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