domingo, 31 de agosto de 2014

El camino de Santiago


Afiche de la película estadounidense Volver al futuro II, con una frase pronunciada por Christopher Lloyd en el film de Robert Zemeckis: “¿Caminos? ¡Donde vamos no necesitamos caminos!”
En Volver al futuro II, el adolescente Marty McFly II y su novia Jennifer Parker procuran proseguir su idilio en el Hill Valley de 1985, tras la imprevista visita de Marty II al Hill Valley de 1955, efectuada a bordo del lujoso automóvil De Lorean convertido en máquina del tiempo por el excéntrico científico Emmett Doc Brown, interpretado por Christopher Lloyd y vecino de un Marty II encarnado por un Michael J.Fox dirigido por Robert Zemeckis en la trilogía de Volver al futuro. El loable propósito de Jennifer  y Marty II se ve frustrado por la brusca aparición del De Lorean, piloteado por un Doc proveniente de un viaje temporal. Extrañamente ataviado, Doc desciende precipitadamente de su máquina del tiempo y emplaza a Jennifer  y Marty II a abordar el De Lorean con destino al Hill Valley de 2015, donde el adolescente Marty McFly III, futuro hijo de Jennifer  y Marty II, sufre el implacable hostigamiento lanzado por los Tannen contra los McFly desde el último cuarto del siglo XIX, cuando un Tannen asesinó a Marty McFly I, tataratío de Marty McFly II [1]. Marty II procura contener al exaltado Doc, señalándole la inconveniencia de recorrer los transitados caminos del Hill Valley de 1985 con el De Lorean lanzado a las 88,88 millas horarias [2] requeridas para iniciar un viaje temporal a bordo de la máquina de Doc. Doc replica que no se necesitan caminos en el Hill Valley de 2015, donde la presencia de vehículos voladores ha emplazado a Doc a dotar a su invención de la capacidad de volar. El De Lorean se eleva sobre el Hill Valley de 1985 y se dirige al Hill Valley de 2015, donde Marty II es confundido con su tímido hijo por un joven miembro de la familia Tannen, quien, secundado por sus crueles camaradas, persigue a Marty II a bordo de sus patinetas voladoras. Montado sobre una patineta voladora sin flotadores, Marty II cae al lago de Hill Valley, felizmente equipado con una campera parlante con autosecado.
Volver al futuro II desembarcó en las salas cinematográficas argentinas en torno a la Navidad de un 1989 tan accidentado, para la Argentina, como los viajes temporales efectuados por Fox en la trilogía de Zemeckis. Mientras Fox caía al lago de Hill Valley, el motonauta argentino Daniel Scioli sufría una amputación de mano, probablemente  ignorante de su futura obligación de reemplazar la motonáutica por la política y las divertidas ceremonias motonáuticas de premiación por las aburridas ceremonias de juramentación de cargos oficiales, como esa gobernación bonaerense juramentada por Scioli en 2007 y 2011.
En 1995, un Fox dirigido por Rob Reiner rodaba, acosado por un Parkinson presenil,  la película Mi querido presidente, en la que Fox encarnaba al asesor de un presidente estadounidense interpretado por Michael Douglas y con su futuro político comprometido por su vida sentimental. Ese mismo año, el millonario argentino Mauricio Macri asumía la presidencia del Club Atlético Boca Juniors, seguramente ignorante de sus futuras asunciones como diputado nacional y jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En 2014, un Fox quincuagenario lucha contra su Parkinson precoz y, reinstalado en las pantallas televisivas, brega por mantenerse tan a flote como Marty McFly II en el lago de Hill Valley. Por estos días, Macri y Scioli, precandidatos presidenciales de sus respectivos partidos políticos, coincidían en un acto público y conversaban sobre esas cuestiones camineras infructuosamente abordadas por Marty McFly II ante Doc. Scioli se ufanaba de los logros camineros del gobierno bonaerense encabezado por el ex motonauta, que habrían dotado a los bonaerenses de 4000 nuevos kilómetros de ruta, logro máximo comparado con las modestas ciclovías porteñas promovidas por la administración macrista y transitadas por patinetas similares a la patineta no voladora montada por Fox en la primera entrega de la trilogía de Zemeckis. Macri no parece haber atinado a responder a Scioli con un parafraseo de las palabras de Doc, destinado a hacer notar a Scioli que, en 2014, la Ciudad de Buenos Aires necesita tan pocas rutas como el Hill Valley de 2015. En algo se equivocaba Doc: pocos meses antes de ingresar en el año 2015, el mundo aún necesita caminos. Como ese camino de Santiago recorrido por fieles católicos para llegar a la ciudad gallega de Santiago de Compostela y recorrido días atrás por la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner en su visita oficial a una capital santiagueña tenida en mente por la mandataria como futura capital argentina.





Notas:

[1] Ordinales frecuentes en los EE.UU.y agregados por el autor por cuestiones de claridad. Zemeckis no los utiliza en la trilogía de Volver al futuro. (N.del a.)

[2] 142, 208 kilómetros por hora. (N.del a.)

domingo, 24 de agosto de 2014

Margarito

Durante mi reciente viaje al nordeste argentino y sudeste paraguayo, no me privé de degustar platos típicos. Volví a la Reina del Plata habiendo disfrutado del surubí, del pacú, del dorado, del chipá, del chipá guasú, de la empanada de charque, de la provoleta de leche de búfala, de la sopa paraguaya, del yogur de coco. Lamento no haber podido degustar la corvina de agua dulce promocionada en la localidad formoseña de Herradura. Pero me negué tajantemente a degustar la carne de yacaré, despreocupadamente comercializada en forma de escabeche, empanada o fritura, sobre todo en Formosa. Me privé de degustar la carne de yacaré sin privarme de reprochar vivamente a los formoseños su despreocupada promoción del consumo de carne de yacaré, aunque algún formoseño arguyese que era carne de yacaré de criadero y no de yacarés ultimados a escopetazos en su medio ambiente natural.
El destino del yacaré es tan respetable como el destino de cualquier otro ser vivo, humano o no. El destino de la vaca, cerdo, cordero, pollo, conejo, pato y ternera es alimentar seres humanos. El destino del yacaré no es alimentar seres humanos, ni ser exhibido en jardines zoológicos, sino permanecer de por vida en su medio ambiente natural. Siempre me asustaron los yacarés, cocodrilos, caimanes y otros bichos por el estilo. Pero me estremeció ver que los formoseños comían empanadas de yacaré como si fuesen esas empanadas de jamón y queso tan apetecidas por mi amigo Pablito. 
En el Parque Nacional Iguazú, los inofensivos ositos coatíes correteaban alegremente junto a los niños que visitaban las célebres cataratas argentino-brasileñas. Algunos de esos niños debían tener la misma edad que tenía yo al entretenerme con películas y discos de Margarito Tereré, aquel simpático yacaré ficticio que amenizase la infancia de argentinos como quien les habla, nacido en 1970. Ningún misionero me ofreció escabeche de coatí ni ninguna otra ridiculez por el estilo. Me conformé con un coatí tallado en madera por un artesano misionero apostado junto a mi hotel de Puerto Iguazú, que me lo vendió para mi sobrino de 33 meses.
Abstenerme de carne de yacaré en Formosa fue mi forma de homenajear a Margarito, cuya recordación permitiría entender que el yacaré no constituye un peligro para la Humanidad respetuosa del destino natural de los seres vivos. 


   
Jovita Díaz con Margarito Tereré en la película argentina Margarito aventurero (1978)
  

sábado, 23 de agosto de 2014

Capital imperial

El 25 de julio de 1822, el general José de San Martín desembarcaba en Guayaquil para su histórica entrevista con Simón Bolívar. El coronel porteño Manuel Rojas integraba la comitiva sanmartiniana. ¿De qué país es usted?, preguntó Bolívar a Rojas. Tengo el honor de ser de Buenos Aires, replicó Rojas. Bien se conoce por el aire altanero que representa, comentó Bolívar.
San Martín era correntino. Hace dos siglos era designado gobernador-intendente de Cuyo, cuyos nativos brindaron desinteresadamente su apoyo a la nobilísima  causa emancipadora sanmartiniana. 
Aunque generoso, el aporte cuyano era insuficiente para afrontar los ingentes costos materiales de la expedición libertadora. Dicha insuficiencia obligó a San Martín a la buena voluntad de las demás Provincias Unidas del Río de la Plata, cuyo Director Supremo, Juan Manuel de Pueyrredón, aunque amigo de San Martín, no podía reprimir sus porteñísimos aspavientos ante las continuas solicitudes sanmartinianas de ayuda material, por muy loables que fuesen sus motivos. Pueyrredón puso el grito en el cielo cuando San Martín le pidió medio millón de pesos de la época para armar la escuadra libertadora destinada al Perú, arguyendo que sólo reuniría esa suma llenando "cárceles de capitalistas".
Si San Martín hubiese sido porteño, ¿habría promovido sus campañas libertadoras? De haber gobernado porteños, ¿habría logrado que sus gobernados colaborasen evitando gestos quisquillosos?
En 1824 el correntino San Martín podría haber emigrado a Europa, con su hija mendocina, lleno de resentimiento contra los porteños. Sin embargo, pidió ser sepultado en Buenos Aires, cuando sus restos hoy bien podrían descansar en Yapeyú, junto a los restos mortales de sus hispánicos progenitores. Las quejas pueyrredonianas contra los mangazos sanmartinianos no impidieron que el Libertador solicitase ser inhumado en un suelo porteño hollado por San Martín en 1812, cuando la Reina del Plata ya no era la capital virreinal y aún faltaban 162 años para que André Malraux la definiera como la capital imperial de un imperio inexistente. No es casual que la bandera porteña aún ostente el águila imperial de los Habsburgo.




La bandera porteña en el Obelisco

miércoles, 20 de agosto de 2014

El Tío Nuestro Señor

En el siglo VI a.C.Isaías devino en el profeta bíblico con los vaticinios más clarividentes sobre el advenimiento del Mesías. Leemos en el séptimo capítulo de su libro:  Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”. Varios siglos después, el texto de Isaías fue refrendado por san Mateo, quien, en el primer capítulo de su Evangelio, nos pinta al Arcángel san Gabriel dirigiendo las siguientes palabras a la Virgen María: Y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.  
En hebreo, Emanuel y Jesús significan, respectivamente, “Dios con nosotros" y "Dios en carne". Acusado de blasfemia, Jesús pereció en una cruz en Jerusalén, con su carne atravesada por lanza y clavos romanos, durante la Pascua judía del año 33 d.C. 
Más de dos siglos después, un diácono español llamado Lorenzo fue víctima de la prepotencia imperial romana soportada en carne propia por Jesús de Nazaret y sus compatriotas, sojuzgados por el poder imperial romano. Como otros emperadores romanos de los siglos I a IV, el emperador Valeriano dispuso perseguir a unos cristianos concebidos por ciertos emperadores romanos como una amenaza directa al poderío imperial romano. El diácono español Lorenzo sufrió en carne propia la prepotencia imperial romana, al ser atado en carne viva a una ardiente parrilla. Dicho martirio le haría acreedor a su proclamación como santo y mártir de la Iglesia Católica.
A principios del siglo XX, el presbítero argentino Lorenzo Massa, hijo de inmigrantes italianos, estimuló la actividad futbolística entre sus jóvenes feligreses del barrio porteño de Almagro, quienes decidieron conformar un plantel futbolístico bautizado en honor del santo de su promotor. 
El 17 de diciembre de 1936, la inmigrante italiana Regina María Sívori daba a luz a su primogénito porteño Jorge Mario Bergoglio, seguramente ignorante de estar pariendo a un futuro Papa y entusiasta simpatizante del plantel futbolístico de San Lorenzo de Almagro. Pocos años después, Regina daría a luz a Alberto Bergoglio, seguramente ignorante de estar pariendo al futuro padre de un Emanuel Horacio Bergoglio destinado a perder a su mujer y dos pequeños hijos en un grave accidente automovilístico registrado durante el papado de su tío Jorge Mario, elevado al solio pontificio bajo el nombre de Francisco. 
Pocos días antes del trágico accidente automovilístico sufrido por Emanuel, su consorte y descendencia, el futbolero papa Francisco se alegraba al enterarse de la consagración de su plantel futbolístico favorito como campeón de América. Según su biógrafo Ricardo de la Cierva, compatriota de San Lorenzo, Juan Pablo I pretendió, durante su brevísimo papado, suprimir el anacrónico cargo de "gentilhombres de Su Santidad", investido por sobrinos de Pío XII conocidos como nepotes, integrados a la Curia romana y proclives a aludir al Papa Pacelli como "el Tío Nuestro Señor". Francisco ha llegado al papado como sucesor no inmediato de un Pío XII caracterizado, entre otras cuestiones, por su status de compatriota de los padres del Papa Bergoglio. A diferencia de los sobrinos de Pío XII, Emanuel Horacio Bergoglio no es "gentilhombre de Su Santidad". Pero sí sobrino de un Papa conocido, entre otras cuestiones, por su amor por el plantel futbolístico de San Lorenzo de Almagro, cuyo reciente campeonato americano debería, junto con el reciente subcampeonato futbolístico mundial argentino, consolar, en momentos aciagos para la familia papal, al pontificio tío de un Emanuel bautizado con el nombre propuesto por Isaías para un Mesías finalmente identificado con el nombre sugerido para el Redentor por su biógrafo Mateo.


Miércoles 20 de agosto de 2014. El Papa Francisco recibe en el Vaticano a miembros del plantel futbolístico de San Lorenzo de Almagro, quienes obsequian al Santo Padre una réplica de la Copa Libertadores 2014, obtenida por el plantel futbolístico favorito del Sumo Pontífice

sábado, 16 de agosto de 2014

Cambio de guardia

Días atrás, mi padre y yo regresamos de un largo periplo automovilístico por el nordeste argentino y el sudeste paraguayo, con breves estadías en las capitales correntina, misionera, formoseña y paraguaya y las ciudades correntina de Mercedes, misionera de Puerto Iguazú, paraguaya de Villarrica y entrerriana de La Paz y excursiones a la capital chaqueña y sitios emblemáticos como las ruinas jesuíticas misioneras de San Ignacio y el palacio entrerriano de San José.  El trayecto también incluyó una visita a la casa natal del general José de San Martín, sita en la localidad correntina de Yapeyú y albergue de los restos de los padres del Libertador.
Ayer, ya de regreso en la Reina del Plata, recordé, al pasar junto a la Catedral Metropolitana, que sólo faltaban dos días para un nuevo aniversario del fallecimiento del Libertador y que, habiendo visitado recientemente su casa natal, correspondía que ahora visitase su tumba, aunque ya la hubiese visitado incontables veces, como viejo porteño siempre domiciliado cerca de la Catedral, donde otro viejo porteño, Jorge Mario Bergoglio, oficiase incontables misas sin vaticinar su pontificado. 
Ingresé al sepulcro sanmartiniano con anuencia del personal de limpieza, que pulía meticulosamente el sagrado recinto bajo la mirada impertérrita de los dos granaderos invariablemente apostados junto a la tumba del Padre de la Patria. Me contuvo un atildado caballero con un pequeño escudo argentino en la solapa, que, cortésmente, me pidió que saliera del sepulcro sanmartiniano por breves instantes, pues estaba por efectuarse un cambio de guardia.
Presencié el cambio de guardia junto a los bancos de la vasta capilla catedralicia, acompañado de no menos de veinte visitantes, varios de ellos munidos de cámaras fotográficas para registrar el evento. Marcial y solemne, un sexteto de granaderos recorrió un largo corredor catedralicio para relevar la guardia del sepulcro del creador de los granaderos y su fiel primo político Tomás Guido.
En Yapeyú compré un libro sobre el último cuarto de siglo de la vida de San Martín, que el Gran Capitán prefirió vivir en Europa. Promediando el decenio de 1820, San Martín comprendió que a él también le había llegado la hora del cambio de guardia. Como también le había llegado a los impertérritos granaderos apostados en el sepulcro sanmartiniano en la tarde de ayer. Quizá ese haya sido el gran mérito del Libertador: saber retirarse a tiempo y no creerse insustituible.




Tumba de San Martín (cambio de guardia)