viernes, 12 de septiembre de 2014

Diego no es Gardel

"Diego es Gardel", sentenció, en alusión a Maradona, un bancario veinteañero encuestado por un matutino porteño con motivo del debut del plantel futbolístico argentino en el Mundial de Fútbol disputado en 1994 en los Estados Unidos, donde un célebre doping positivo de Maradona eliminaría ignominiosamente al seleccionado dirigido por Alfio Basile. Maradona estaría ausente del fútbol durante los quince meses de suspensión impuestos por la FIFA al futbolista. En esos meses no tuvo oportunidad de jugar fútbol, pero sí de actuar en el cine, cuando el cineasta argentino Rodolfo Pagliere lo convocó para su película El día que Maradona conoció a Gardel, referente a un encuentro imaginario entre Gardel y Maradona.
En 2006 Maradona volvió a inspirar una película argentina, cuando el cineasta argentino Carlos Sorín dedicó su hermosa película El camino de San Diego a narrar la historia de Ignacio Titi Benítez, joven misionero de modesta condición, hachero y artesano en madera y ferviente admirador de Maradona. En 2004, Titi se conmueve al saber que su ídolo ha sido precipitadamente hospitalizado en la capital argentina, a raíz de una severa descompensación cardíaca. Titi ha tallado las facciones de Maradona sobre el tronco de un pequeño árbol y, alentado por el vaticinio de una vecina astróloga, decide viajar a la Reina del Plata para conocer personalmente a su ídolo y obsequiarle la talla, pese a las protestas de la mujer de Titi, quien arguye la precaria situación material de su grupo familiar, que incluye dos hijas bautizadas con los nombres de las hijas del matrimonio Maradona-Villafañe y un hijo bautizado en honor del ídolo de su padre. Titi y su talla emprenden el largo viaje a dedo a la urbe porteña. Al llegar a Zárate, Titi se anoticia del traslado de Maradona a un barrio privado del conurbano bonaerense, donde el ídolo de Titi aguarda el momento de viajar a Cuba a proseguir su tratamiento. Titi llega al barrio privado con Maradona a punto de partir hacia el aeropuerto internacional de Ezeiza. Titi se ve obligado a dejar su talla en manos de un vigilador del barrio privado, quien alboroza a Titi que Maradona recibió el regalo del joven misionero.
En 2008 Maradona inspiró un documental del genial cineasta serbio Emir Kusturica, responsable de Tiempo de gitanos o Underground. Días atrás, cerca de la patria de Kusturica, Maradona, haciendo caso omiso de su cincuentena y abuelidad, protagonizó, en una discoteca croata, una escena digna de un film de Kusturica, al prorrumpir en alusiones peyorativas a la genitalidad de la madre del Kun Agüero, ex yerno de Maradona y padre del nieto del ex campeón mundial.
Decididamente, Diego no es Gardel. Gardel supo granjearse la admiración y aprecio de muchos hasta su trágico deceso y sigue granjeándoselo a casi ocho decenios de su fallecimiento. De Diego no puede decirse lo mismo. Poco ha hecho de notable en su vida y mucho ha hecho de innoble. Por algo ya no despierta el fanatismo que alguna vez despertó.


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