domingo, 7 de septiembre de 2014

El décimotercer trabajo de Hércules

Ayer se cumplían 84 años del inicio de la era golpista en la Argentina, marcado con el derrocamiento del presidente Hipólito Yrigoyen. Era extendida durante más de medio siglo y responsable de perjuicios a su patria agravados por el neoliberalismo procesista, posteriormente reeditado por las administraciones menemistas y delarruista. Ayer tendría que haber revisto La República perdida en mi casa. La indomable yancofilia cinematográfica de mis amigos me sentenció a la última obra maestra de la filmografía estadounidense, versión libre del mito griego de Hércules. Me refiero a la película estadounidense Hércules, dirigida por Brett Ratner. Decidí hacerme más llevadero el indoblegable imperialismo cinematográfico de mis amigos, que, de haber vivido en la India gandhiana, se hubiesen negado probablemente a avalar las incineraciones de tejidos ingleses preconizadas por el Mahatma. Munido de referencias escritas sobre Hércules, me calcé mis anteojos 3-D y me dispuse a disfrutar, en la medida de mis posibilidades reales, del film de Ratner, ambientado en la Grecia del siglo IV a.C., convulsionada por la puja hegemónica entre las poleis helénicas, posteriormente dirimida a favor de la Macedonia de Alejandro Magno. 
En su película, Ratner imagina que el perverso monarca tracio Cotis I, coronado tras asesinar a su predecesor Hebrizelmis, ambiciona el imperio finalmente construido por Alejandro. Con dicho propósito, Cotis I intenta cooptar a un Hércules afamado por los doce célebres trabajos encomendados a Hércules por el monarca micénico Euristeo. Hércules coopera con Cotis I hasta descubrir la perfidia del codicioso monarca tracio, declarándole, en consecuencia, una guerra sin cuartel coronada con el décimotercer trabajo de Hércules, consistente en la muerte de Cotis I a manos de Hércules, presunto hijo bastardo de Zeus. (Cotis I parece, en realidad, haber sido asesinado por los hijos de un hombre agraviado por el codicioso monarca tracio, en el año 358 a.C., elegido por Ratner para ambientar su film).
La Argentina vivió su era golpista de 1930 y 1983 y sus eras neoliberales de 1976-1983 y 1989-2001. Durante esos años, la situación del argentino promedio no difirió mucho de las situaciones afrontadas por un Hércules subyugado por Euristeo y Cotis I. El golpismo argentino entronizó sin fortuna a un Cotis I encarnado en un Leopoldo Fortunato Galtieri tan empecinado en obligar a conscriptos indefensos a afrontar al león británico en Malvinas como Euristeo en obligar a Hércules a afrontar al león de Nemea y Cotis I en obligar a Hércules a ayudarlo a construir un imperio tan injustificable como el microimperio anglomalvinense y presuntamente erigible, según Ratner, con el concurso de torpes soldados tracios comandados por un Hércules cubierto con la piel del león de Nemea. Golpismo y neoliberalismo obligaron al argentino promedio a desarrollar antídotos contra venenos tan poderosos como la ponzoña destilada por la hidra que Euristeo obligó a Hércules a eliminar en Lerna y utilizada por Hércules, según Ratner, para envenenar dardos disparados por Hércules contra los enemigos de Cotis I. Golpismo y neoliberalismo impusieron al argentino promedio, mediante la represión política y recesivas políticas socioeconómicas, la versión argentina del jabalí antropófago impuesto a Hércules por Euristeo en Erimanto. Golpismo y neoliberalismo obligaron al argentino promedio a limpiar los establos de la Exposición Rural, versión argentina de los establos de Augías limpiados por Hércules por orden de Euristeo y desmesuradamente emporcados por los toros pertenecientes a oligarcas argentinos golpistas y neoliberales tan insaciables como los toros salvajes cretenses impuestos a Hércules por Euristeo. Oligarcas argentinos propensos a obligar a sus mucamas en negro a limpiar inodoros emporcados por sus oligárquicas heces, tan venenosas como los excrementos de los pájaros carnívoros impuestos a Hércules por Euristeo en Estinfalo. Golpismo y neoliberalismo impusieron al argentino promedio los caballos policiales impiadosamente lanzados contra los manifestantes obreros y estudiantiles del Cordobazo y definibles como una versión argentina de las yeguas antropófagas de Diomedes, domesticadas por Hércules por designio de Euristeo. Golpismo y neoliberalismo impusieron al argentino promedio unos perros policiales definibles como una versión argentina del Cancerbero impuesto a Hércules por Euristeo en las puertas de ese inframundo griego conocido como Hades e impuesto al argentino promedio por unos golpistas y neoliberales finalmente aplastados por un hastiado argentino promedio con una versión argentina del decimotercer trabajo atribuido por Ratner a Hércules. Decimotercer trabajo consistente en el lanzamiento de la colosal estatua arrojada por Hércules sobre Cotis I en la escena final del film de Ratner. Estatua dedicada a la mujer de Zeus, esa diosa Hera encolerizada ante la infidelidad cometida por su augusto consorte al elegir a una concubina como madre de Hércules.


      
Dwayne Johnson en Hércules
Referencias:
http://es.wikipedia.org/wiki/Heracles#Los_doce_trabajos; http://es.wikipedia.org/wiki/Cotis_I Cotis 

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