martes, 8 de abril de 2014

Por voluntad de Dios


5 de abril de 2014. El padre Carlos Varas, párroco catedralicio de la capital cordobesa, bautiza a Umma Azul, hija del matrimonio lésbico integrado por las señoras Karina Villarroel y Soledad Ortiz. Umma Azul es ahijada de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, representada en la ceremonia bautismal por su edecana naval Claudia Finocchio

En 1984 el periodista inglés David A.Yallop se preguntaba si el papa Juan Pablo I, fallecido el 28 de septiembre de 1978, tras 33 días de pontificado, había expirado por voluntad de Dios. Yallop sentaba las bases de la leyenda negra sobre el deceso del papa Luciani, imprudentemente alimentada por el gran cineasta estadounidense Francis Ford Coppola en su película El padrino III, rodada en 1990 y convincentemente refutada ese mismo año por el historiador español Ricardo de la Cierva en su libro El diario secreto de Juan Pablo I.
A esta altura de los acontecimientos, atribuir el deceso de Juan Pablo I a una "mano negra" tiene tan poco sentido como atribuir el fallecimiento de Mariano Moreno a un envenenamiento ordenado por enemigos políticos del secretario de la Primera Junta. Juan Pablo I y Mariano Moreno murieron por voluntad de Dios. Tarde o temprano, todo ser humano debe rendir cuentas ante el Altísimo.
Juan Pablo I y Mariano Moreno murieron por voluntad de Dios. Y, por voluntad de Dios, el octogenario párroco catedralicio de la capital cordobesa, padre Carlos Varas, bautizó a la pequeña Umma Azul, hija del matrimonio lésbico integrado por las señoras Karina Villarroel y Soledad Ortiz, quienes habían otorgado el madrinazgo de la niña a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, en señal de agradecimiento por la promulgación de la Ley de Matrimonio Igualitario, consumada por la actual mandataria argentina el 15 de julio de 2010, que permitiera a las señoras Villarroel y Ortiz unirse en matrimonio civil.
La Iglesia debe adaptarse a los cambios históricos. En la Argentina del decenio de 1880, la Iglesia debía aceptar la necesidad de las leyes de enseñanza laica y matrimonio civil. La Argentina del decenio de 1880 era un país tan mayoritariamente católico como la Argentina del decenio de 2010. Pero también era un país receptor de inmigrantes que no siempre profesaban la religión católica, que no tenían por qué convertirse al catolicismo, ni enviar a sus hijos a escuelas católicas. La Argentina y su Iglesia debían adaptarse al cambio histórico en puerta. Cien años después, la Iglesia argentina debía aceptar la necesidad de una ley definitiva de divorcio vincular, requerida para regularizar el estado civil de numerosos argentinos, como la hermana divorciada del primer Papa argentino. En años más recientes, la Iglesia argentina debía aceptar la necesidad de las leyes de Matrimonio Igualitario e Identidad de Género, requerida para regularizar el estado civil y genérico de los argentinos. Por voluntad de Dios, debía aceptarlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario