miércoles, 19 de marzo de 2014

Aventura peligrosa

Hace muchísimos años Juan José Sebreli afirmaba haber nacido en un 1930 conmovido por la "aventura peligrosa" de la aviación. Sebreli tenía algo de razón. Un avión de 1930 no era un avión de 2014, aunque el Buenos Aires de 1926 hubiese presenciado el sereno amerizaje del hidroavión transatlántico español Plus Ultra.  Por algo se conceptuó de héroe al intrépido aviador solitario estadounidense Charles Lindbergh, que en 1927 cruzó el Atlántico septentrional en su insignificante monoplaza Spirit of Saint Louis. Lindbergh bien podría haber acabado haciéndole compañía a los mil quinientos cadáveres sepultados quince años antes junto al Titanic, en una fosa submarina ubicada, a cuatro kilómetros de profundidad, en un Atlántico septentrional audazmente sobrevolado por Lindbergh.
Se supone que un avión de 2014 es más seguro que un avión de 1930. Pero esa afirmación ha sido bruscamente objetada por la misteriosa desaparición de un avión comercial malayo, del cual no se tienen noticias desde su último despegue, efectuado en Kuala Lumpur el 8 de marzo último pasado.
La desaparición de la aeronave malaya induce a preguntarse si, en 2014, la aviación no conservará algo del peligro atribuido por Sebreli a la aviación estilada en 1930. Lindbergh era un aviador solitario embarcado en una aeronave cuasi-artesanal y aterrizado sano y salvo en París. La desaparecida aeronave malaya, muy afanosamente buscada, era un avión del primer cuarto del siglo XXI, con 239 seres humanos a bordo, de los que ni siquiera se sabe si están vivos o muertos. Nadie sabe dónde está el avión malayo, ni qué le pasó. En 2014, ¿sigue siendo la aviación la aventura peligrosa postulada por Sebreli para el mundo de 1930?

  
Dibujo infantil de aliento a las 239 personas embarcadas en un avión comercial malayo, misteriosamente desaparecido el 8 de marzo de 2014

No hay comentarios:

Publicar un comentario